Muñequita de thriller o cuando ellas afilan el cuchillo en tu cuerpecito caribeño
A propósito del Día de la Madre, recordemos un
clásico de las letras latinoamericanas del XXI: Mujeres asesinas. Un libro de perfiles épico, sangriento, realista,
que cambió la forma cómo vemos al sexo débil.
Si Ud.
es de los que creen que el mundo se divide en blanco y negro, en Dios y el
Diablo, en buenos y malos, le recomiendo cerrar esta página.
Ahora
me quedo con los habitantes del feliz universo gris.
Desde el
título comprenderá, amable lector, que en las 14 historias que integran el corpus
de Mujeres asesinas (2005) ellas son las
victimarias. Son ingredientes en estas historias la venganza, los celos, la
resignación, la rutina, las medias verdades. El producto son los asesinatos más
viles, sangrientos y despiadados de los que haya escuchado.
Hay algunas
justificaciones -¿tiene justificación la violencia?-. “Las historias familiares
de las mujeres asesinas suelen ser patéticas”, dice la autora en el texto
introductorio. “Otro dato a tener en cuenta: una vez que empiezan la faena, no
pueden detenerse. Cuando se deciden a clavar el cuchillo siguen clavándolo
hasta que se les acaba la fuerza” (Pág. 11).
En este
gesto, donde se aseguran que la víctima esté “bien muerto” (el adjetivo es
limeño), demuestra que son inclementes. (Ellas) son las más crueles de quienes
históricamente se consideraban los peores, los hombres. Es lo que llamó la
atención a quienes leímos estas historias.
"Las historias familiares de las mujeres asesinas suelen ser patéticas."
Libro y TV o viceversa
Pero la
construcción de este libro es singular, inaugura, de alguna manera, un momento
en la historia de la narrativa de América Latina, cuando la fuerza de la
televisión estaba en su máximo auge y necesitaba respuestas rápidas a la
demanda del mercado.
Porque RobertoGómez Bolaño dirigió y protagonizó el exitoso El chavo del 8, de 1971 a 1980, pero
recién se animó escribir el Diario del Chavo del 8 en 1995, es decir, de forma
muy tardía.
La
curva de importancia de la TV empieza a subir en los años setenta, todavía con
una oferta en blanco y negro, muy mojigata; hará boom en los ochenta –llega la
TV technicolor- y crecerá en los noventa con el abaratamiento de los aparatos
receptores, gracias a los productos made
in China; y hacia fines de la primera década del siglo XXI le irán robando el
primer lugar los contenidos para smartphones y hoy los canales por streaming.
Killers, un fenómeno
Mujeres asesinas fue publicado por
vez primera en el 2000. Pol-Ka Producciones compró los derechos y elaboró una
exitosa teleserie argentina basada en las 14 historias. En paralelo salió esta primera
edición del libro por Sudamericana, con 5,000 ejemplares que se hicieron ubicuos
en las librerías más importantes de Latinoamérica, convirtiéndose en un
fenómeno cultural.
¿Por qué?
Primero,
porque remeció la cucufata América Latina cambiando los roles y poniendo a las
mujeres como las oscuras protagonistas de las páginas rojas. A 14 años, del
fenómeno de Mujeres asesinas, hoy
estas historias podrían no llamar la atención y perderse en ese amarillismo de
historias sórdidas con las que nos ahogan los diarios populares y los canales
de señal abierta.
Segundo,
no hay lugar a dudas que la escritura de Marisa Grinstein atrapa al lector, no
desvía su atención en cada una de las historias. Sí, escribir bien es un arte muy
difícil. Grinstein hace manejo del ritmo y de los adverbios; a partir de su
narrador omnisciente, da algunos juicios valorativos, aprovecha su afinidad de
mujer para meterse en la psiquis de las protagonistas y el uso de los diálogos
son más entrecomillados, en medio de los párrafos.
Otro
factor del éxito del libro y por el cual pusieron ojo los productores era la
diversidad de perfiles: Grinstein hizo una puntillosa selección: Citemos:
Emilia Basil, cocinera; Clara, la fantasiosa; Ana María Gómez Tejerina, asesina
obstinada; María Ofelia Lombardo, protectora; Graciela Hammer, incendiaria;
Marta Odera, monja; etc.
Grinstein,
tras el éxito, publicó los volúmenes 2 y 3 de Mujeres asesinas, con nuevas protagonistas, claro está. La sociedad
comprendió que hay material de sobra.
Tercero,
el formato se copió en otros países: fue un despertar, cada país que compró los
derechos de difusión de la serie vio que tenía sus propias mujeres asesinas,
publicando crónicas, perfiles y libros. Como ejemplo, diremos que en México no
solo se adaptó la teleserie sino que se publicó un libro con un título
modificado y con sus propias asesinas. En el Perú, Rosa María Cifuentes publicó
dos libros (Asesinas y 13 asesinas), que sirvieron de
plataforma para lanzar su carrera como escritora.
mamutquelevita.com
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PUNTUACIÓN:
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FICHA
TÉCNICA:
Grinstein,
Marisa. Mujeres asesinas. Buenos
Aires: Sudamericana, 2005. 216 páginas.