Nadie nos extrañará: Lima Sur ya tiene un narrador maldito


¿Nueve cuentos bastan? ¿Qué opinamos sobre la literatura con acné? ¿Hay excepciones a esa regla? ¿O todo lo que publican los jóvenes siempre será buena pieza para el olvido?  

Cuidado con el acné estilístico
La primera actitud de este Mamut cuando se entera de la puesta en circulación, en el parvo circuito literario peruano, del libro debut de un escritor imberbe, es tratar de no inmiscuirse en el asunto. El sadomasoquismo se lo deja a quienes tienen por oficio y deformación profesional hacer escrutinio a rajatabla de las novedades editoriales. Que ellos sean quienes hundan, una y otra vez, el verduguillo de la crítica en la yugular estética (si la hay) de los escribidores virginales.

En esta página, este mamífero proboscídeo se reserva a comentar solo los libros que le interesan.

Pero, ¿acaso Mamut Que Levita es un lector descreído de las innovaciones y sorpresas que pueden venir del talento de los jóvenes escritores? Sería dudoso comentar libros y no reconocer el gran aporte de los mancebos magos de la palabra a la Literatura. Tenemos como estandarte a los poetas malditos que la literatura universal ha procreado (sí la mayoría de los “malditos” son poetas, viven a mil por hora y tienen un final que refuerza sus endemoniadas leyendas).

Sin embargo, recuerde que las grandezas literarias son, lastimosamente, casos excepcionales. Escribir, no basta. La “literatura joven” siempre es un paso, una promesa, a algo mejor que el tiempo decantará. El desarrollo de una estética singular núbil es algo privilegiado. Extraño. Inusual. Y más hoy en día cuando cualquiera puede publicar, por la distorsión que ha generado la autopublicación online, donde autores de edad indistinta y talento mayormente dudable, publican e-books sin creer que es necesario pasar por la mano de un buen editor y luego de un corrector.

Entonces, comprendan que este lector teme volver por la ingratas experiencias y no poder superar la barrera de la primera página de pomposos libros iniciáticos que, en realidad, no se deben ni regalar. ¡Menos entregar a los niños y jóvenes como primera lectura! ¡Son tan malos que harán un flaco favor y alejarán aún más a los no iniciados en el placer de la lectura! Sí, más han sido los infortunios que las buenas publicaciones “de escritores jóvenes” que este Mamut ha tenido.

Por suerte, existen las excepciones.




Pluma y pellejo de un escribidor
Ahora comentaré Nadie nos extrañará, de Luis Francisco Palomino (Lima, 1991).

El autor es periodista; un oficio, casi un adagio, que muere en la coyuntura, entre otras tristezas que encierra ser periodista en un país donde los periodistas sobreviven por décadas sin leer ni la tapa de un libro.

Palomino es de los pocos periodistas jóvenes peruanos que mira al periodismo narrativo. No es que el subgénero sea una piedra filosofal, pero implica un esfuerzo para no dejarse llevar por la capacidad envolvente de consumir días, meses, años de tan ponderado oficio. (Creemos que hoy suena exagerado cuando se recuerda a cada rato que Gabriel García Márquez dijo que el periodismo es el mejor oficio del mundo. Porque replicando esa frase, los editores y directores han convertido las redacciones casi en centros de concentración donde vale la pena invertir más de 12 horas al día).

Volvamos. El año pasado Luis Francisco Palomino publicó Salim Vera. Biografía autorizada (Lima, La Nave, 2018), y este Mamut generacionalmente creció con la música de Libido, una de las más importantes bandas de rock, hasta que se fracturó por problemas internos y su bajista Toño Jáuregui se quitó. Pero es harina de otro costa. Salim Vera.. es un potente volumen de 175 páginas que nos permite ingresar en la mirada del mundo y conocer los demonios del cantante, hijo negado del jirón Paruro, de Barrios Altos. Muy buen libro, que Ud. debe de buscar en librerías. Las dos de las tres partes, son de lo mejor del libro.

Entonces, cuando este Mamut leyó en las marquesinas que el autor con pinta de vocalista de banda de heavy metal de los ochenta, lanzaba su primer libro de ficción, paró la oreja y salió de su ya descrito ostracismo por las publicaciones de autores que acaban de dejar el DNI amarillo.  

Palomino en ficción (muy limeña)
La verdad que la contratapa puede hacerle un flaco favor. Es casi un acto de felatio, cuando Juan Manuel Robles dice que Palomino es “un narrador que tiene el sentido de observación de Ribeyro, la crudeza luminosa de Carver, el oído de Reynoso”.

Pero que Cronwell Jara (Premio Casa de la Literatura Peruana 2019), maestro indiscutible del género del cuento, diga que el autor en ciernes “tiene la fuerza de Bukowski y una sapiencia que difícilmente veo en otros jóvenes. Me identifico plenamente con su literaria. Palomino jode y se burla de la sociedad”, uno se dice, caray. Además, confirmaba lo logrado por Palomino con el buen perfil que hizo sobre el desequilibrado Salim Vera.  

La portada es demasiado sencilla, parece mal hecha, pixeleada, pero está dirigida a los millennials, ellos la comprenden a la perfección. Es la estética de los videjuegos en línea, de la realidad virtual. Y cuando lee uno el libro, comprende que la portada está relacionada con la historia de “Hotel Habbo”, mundo de furnis y nicknames, al final de cuentas un mundo de apariencias para un adolescente o cualquiera interesado en vivir en ese mundo de realidad alternativa mientras se desequilibra el lado humano. A pesar de lo que uno puede creer con el primer vistazo de la portada, este libro de cuentos se debe de leer con un ron barato con tres cubitos de hielo.



A grandes rasgos
Las historias de Nadie nos extrañará gozan del privilegio de la brevedad. En un espacio de pocas páginas, el talento literario de Palomino hace explosión. Sus personajes principales son jóvenes o púberes, citadinos -limeños para más señas.

A través de ellos, Palomino exterioriza los demonios de un escritor que creció y alimentó el ADN de su pluma en un distrito popular. y sus historias -también en su mayoría- tienen el tinte existencial. Hay presencia de la violencia, en sus distintas formas. Hay un realismo sucio (por ello las comparaciones que hacen Cronwell Jara y Juan Manuel Robles). Y en ese juego, bien escrito, el lector quiere más: más violencia, más sexo, más golpes al mundo-bien, desde donde Ud, fisgonea estas páginas, amable lector.

El Macondo de Palomino queda en Lima Sur y se llama San Juan de Miraflores. La clase media de esta zona es su punto de referencia para que sus personajes cuenten el mundo. Sus calles enrejadas, sus combis y buses, su lenguaje juvenil, sus techos y sus cuartos alquilados.  

Se habla mucho que Lima es una ciudad más orgullosa de sus mestizajes. Palomino nos despierta del sueño Disney. Es mentira, idiota: el racismo y clasismo se palpan como una sombra sobre los personajes. Sucede en “Una virgen para Papá Noel” y en “Ropa interior”. En esta última, Lima es una ciudad acorralada por la violencia de marcas, bandas, sicarios y choritos de poca monta, a los que se les debe de responder con las mismas armas.

También hay mensajes, si los busca: cuando te trasladas de barrio y mejora tu posición económica no debes de volver a esos lugares de mierda. Es la síntesis de “La primera piedra”.

¿Más mensajes? “Turbo Berguer” aborda la pornografía infantil, el difícil tránsito del descubrimiento del sexo en la preadolescencia en este mundo con cabinas de internet. Muy interesante cómo presenta el silencio de la patota. Los silencios llenan la historia.  

Palomino sabe mantener al lector atento. La ansiedad del protagonista de “Mal de altura”, de no saber si cumplirá o no su cometido, nos mantienen atentos al siguiente paso.

Sin dejar las diversas forma de violencia del conjunto, “El reto del maniquí” es la única pieza de narrativa fantástica. Muy bien trabajada.

Palomino es un narrador honesto, porque su mirada sobre la sierra es la del extraño. Sus propios personajes como que necesitan de Lima para moverse a sus anchas.  

Rompe la regla de espacio en Nadie nos extrañará el último cuento, “¿Tu padre está libre los sábados?”. El autor está tentado a decir más cosas poniendo como protagonista a un narrador-personaje en adaptación a otro contexto distrital. ¿Qué tomamos de la historia del padre? ¿Alguna lección? No es tan redonda como las demás historias.   

Nadie nos extrañará nos recuerda que la narrativa breve peruana no es solo una tradición, sino una mirada a futuro para contar el presente descontento, brumoso, que no deja de ser presente ni nuestro.

Mamut Que Levita

Puntaje:
3.5 de 5

Ficha técnica:
Palomino, Luis Francisco. Nadie nos extrañará. Lima, Animal de invierno, 2019. Cuento. Colección La Jauría. Pp. 94.



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