Bendita ternura
La ternura parece divorciada de la
literatura local. Mejor, la bronca.
La media de los libros que más gustan y se comentan en
el Perú lleva implícitas altas dosis de violencia, sobre todo, la emocional.
Basta con leer las novelas premiadas los últimos diez
años en el país para corroborar lo mencionado: corren por sus páginas violencia de distinto tipo, y son excelentes libros.
Se podría argumentar que esto se debe al peso del realismo
literario que tiene en los autores y nuestra pequeña industria editorial desde finales de la década del cincuenta.
Entonces, mil veces mejor narrar sobre personajes que
transitan por tortuosos y agrestes senderos existenciales. A veces se sazona lo
expuesto con una mirada sobre la realidad social o la historia reciente (aunque
esto último ha sido también otro campo minado).
Y los escritores jóvenes creen que los tópicos de desesperanza,
los sueños truncos, el revanchismo y lo urbano-marginal, tocados con un
lenguaje ácido, desangelado y lleno de procacidad y mentadas de madre, es el
camino que lleva a la fórmula (¿ganadora?).
***
Uno llega a las páginas de Días bellos, pero no tanto, y se da con
la sorpresa que la ternura, también produce trabajos interesantes cuando son
voces propias.
Alonso Mesía Macher (Lima, 1989) demuestra que se
puede tomar un camino 180 grados del convencional y lograr un libro que se bien
podría volverse una puerta de entrada para muchos adolescentes que buscan un
primer libro.
El autor es una isla entre los nuevos narradores: escribe
con una ternura sin impostar que este mamut no leía desde Alfredo Bryce
Echenique, el más entrañable autor peruano.
(Otros autores, desde José Arguedas o Abraham
Valdelomar han trabajado al respecto pero no en la totalidad de su obra).
Sí, Mesía, por su lenguaje, su mirada del mundo, es un
cruce entre Bryce y Woody Allen.
El autor ha tenido que financiar su libro y sacar una
edición de autor, cuando Días bellos…, en otra realidad, debió de ser peleado
por las editoriales: es un trabajo perfecto para el plan lector de la
secundaria. ¿Es que acaso no hay cazatalentos literarios en el país?
***
Son 10 historias acompañadas cada una con un bello dibujo
de Ioke, que le dan un valor adicional al trabajo.
Es el primer libro de relatos del escritor limeño, pero
conocimiento de causa en su escritura: trabaja las narraciones cortas con un
buen manejo de los párrafos cortos.
Esto, como lo mencionamos en otros autores, se debe al
paso de Mesía por la crónica periodística (los últimos años ha publicado artículos
de periodismo literario para distintos medios de América Latina).
Su libro nos reencuentra con la ternura pero no desde
una mirada ñoña. Eso lo diferencia de otros libros que nunca llegan a buen
puerto y buscan ser entrañables.
Me animo a ensayar que esta mirada se debe a la buena
niñez que tuvo: un chico de barrio, pero sobre todo de casa, con padres que se
preocuparon por él. ¿Acaso es pecado recibir amor en la niñez o todo escritor
debe de ser maldito desde la cuna?
***
Días bellos… echa especial mirada a la niñez y la
juventud.
Sus personajes no son ajenos al dolor, pero su
tratamiento es distinto.
Sufren el divorcio de los padres (“Magia es un huerto
en casa”), pérdidas irreparables (“Un teléfono público para llamar a Dios”, “El
perro de tu infancia volverá para morderte”) o la maldad (“Los malos aprenden a
amar a través de una reja”).
Sin embargo, no hay una negación al mundo. Al
contrario, se respira la buena onda y la necesidad de seguir caminando sin
detenerse a quejar.
Sobresale en Mesía ese asombro por lo cotidiano y su búsqueda
de la belleza narrativa en aquello que parece llano.
Además, hay un manejo bastante sutil del humor, por
eso recordaba a Allen; baste como ejemplo “Historia de amor de una pareja con
sarna”.
***
Mesía Macher es rebelde. Nos grita que no se necesita
ser grosero ni desconsiderado para escribir bien. Tiene música, tiene voz
propia.
Inclusive el número de hojas (79) o el color de la
portada (rosado), podrían engañar a los que buscan literatura al peso.
En los siete primeros relatos, comparten ese aire del
universo familiar, cotidiano. Para los tres últimos, tal vez nos muestra algo de
lo que vendrá en su narrativa: se vuelve más onírico sin dejar ese tono tierno
y sincero del cual hablamos.
La breve “Equilibrio”, por ejemplo, es una pieza
redonda para hablar de los pactos secretos. Y con “Un arbolito en la panza” el
narrador nos recuerda que no hay monstruos, solo bellezas diferentes.
Ah, un adicional, en este libro no hay groserías.
Ficha:
Mesía Macher, A. Días
bellos, pero no tanto. Lima, edición de autor, 2019.